La única diferencia entre una película de miedo y el periodo de exámenes universitarios es que lo primero apenas dura una hora y media y lo segundo se alarga más de quince días... Por ello, curados de espanto y embutidos de valentía inconsciente, hace unos días Crispis y yo sustituimos una noche de estudio por unas horas de terror; quizá gritamos más que si hubiéramos estado repasando algún alfabeto fonético... pero fue más divertido y sufrimos menos... con REC.
Una reportera y su cámara están haciendo un reportaje en una estación de bomberos con la intención de retratar la profesión de estos, su modo de vida y sus situaciones de riesgo.
Al acompañarles en una de sus salidas nocturnas, lo que parecía una intervención rutinaria de rescate se va a convertir en un auténtico infierno: atrapados en el interior de un edificio, la pareja de bomberos y el equipo de televisión tendrán que enfrentarse a un horror desconocido y letal, a algo siniestro y maligno que se está extendiendo sin control.
Inesperadamente, las reglas han cambiado; ahora, lo único que importa es esconderse, sobrevivir, tratar desesperadamente de escapar y vencer al miedo... Pero sobre todo hay que seguir grabando, pase lo que pase, ¿hasta la muerte?
Es difícil decir algo nuevo sobre REC, todo se ha comentado en estos meses de proyecciones desde su estreno. Os podría comentar la innovación del rodaje íntegro en plano-secuencia, que es una película en formato documental, que la cámara refleja digitalmente lo que el espectador visualiza a través suyo poniéndose en los zapatos del propio cámara de televisión, o que esta película entronca directamente (aunque con diferencias) con aquel producto americano que fue El proyecto de la bruja de Blair y que se nos quiso vender (y muchos lo creyeron) como una grabación verdadera de un grupo de adolescente perdidos en un bosque antes de su muerte...
Pero me vais a permitir que por una vez me deje de tecnicismos cinematográficos y ésta sea una reseña más humana, más de sensaciones que teorico-práctica; que esta vez hablemos de nosotros, de ti, de Crispis, de mí, de todos...
Desde el primer instante de la película y aun sabiendo a lo que vas, REC te crea una imprecisa inquietud de la que no te deshaces hasta los títulos de crédito. La tensión ante lo inesperado se va acumulando sobre cada espectador y cada uno la libera como puede: asiéndose al asiento, acurrucándose en posición fetal, agarrándose al sufrido vecino de asiento o incluso a través de una risa nerviosa (por cierto, muy contagiosa). Sabes que vas a pasarlo mal, que incluso has pagado por ello, pero estás encantado de que ocurra.
REC te va enganchando progresivamente, tiene un ritmo creciente, con parones necesarios para la recuperación del ritmo cardiaco particular de cada uno, que culmina con un clímax final de alrededor de 15 minutos; 15 minutos que "acaban" con el espectador, minutos de entregarse absolutamente o intentar enceguecerse uno mismo, minutos que te harán salir del cine entusiasmado o incluso tener pesadillas esa noche.
Ha acabado la película y te has sentido niño, te has sentido desprotegido ante algo irracional, ante algo que sabes que no se puede dar... Tus miedos más primarios se han manifestado y has sido vulnerable ante el más mínimo roce durante el metraje de una ficcionalidad sin verosimilitud alguna... Pero estás a gusto; te ríes con tu acompañante, comentas lo mejor y lo peor de lo vivido, haces planes incluso de la próxima película inquietante que iréis a ver.
Sales a la calle, vuelves a respirar aire urbano, la lluvia golpea los cristales del coche y los limpiaparabrisas hacen un ruido inquietante al moverse... pero te sientes seguro, porque la realidad es otra cosa, la realidad no nos da miedo, la realidad nos vuelve a llenar de valentía, una valentía que nos durará mucho... al menos hasta la siguiente película de terror.
Pd: Ah, por cierto, la película está MUY bien...