9 de mayo de 2007

En la soledad de los campos de algodón

Hace unos meses, en el homenaje que realicé en otro blog a Santiago Meléndez, os nombraba su última obra: En la soledad de los campos de algodón, entonces en fase de preparación. Pues hace escasos días fue pre-estrenada, y hasta el 27 de Mayo podéis asistir al Teatro de la Estación a verla... ¿verla?... no, no, no… ¡a sufrirla!


“La obra narra el encuentro entre dos hombres, Dealer y Cliente, en un espacio neutro a una hora nocturna. Inician entonces una transacción comercial, en base a valores prohibidos o no estrictamente controlados, mediante un entendimiento tácito y diálogos de doble sentido. La palabra reclama su valor primordial y se convierte en vehículo de la acción y del dibujo de los personajes. La acción física y el movimiento en el espacio casi vacío, matizan la relación establecida entre ambos. Teatro de palabra y de acción que es metáfora de las relaciones humanas. El campo de algodón no es más que un paréntesis para estos dos hombres, heridos por la urgencia o la desdicha, que les permite resolver necesidades que no encuentran cauce en la luz diurna”.


¿Lo habéis leído?... Puesto con esas palabras suena bien y todo… da hasta ganas de verla… Pues que no se engañe nadie, que tras esa presentación se oculta un texto espesísimo que no lo escribe cualquiera (porque hay que tener un talento sobrehumano para llegar a tal nivel de retorcimiento); y sobre todo dos actores en escena que, a la vez que se turnan en sus intervenciones, provocan el ensimismamiento del espectador (en el caso, por supuesto, de Santiago Meléndez) o las ganas de salir espantado de la sala para cortarse las venas (me vais a permitir que ni nombre a este actor… para que ni siquiera se encuentre en Google al buscarse él mismo).

En el último año y medio he asistido exactamente a 40 obras teatrales (sí, las he contado) y anteriormente a unas cuantas más… y puedo asegurar que en toda mi vida me he encontrado con una capacidad interpretativa semejante (en lo negativo, claro) a la del joven actor que acompañaba a Meléndez. Cada vez que el chico soltaba su parlamento (eso sí, gran memoria) me daba la sensación de estar asistiendo al monologo de un Hamlet pastillero alucinado por sobredosis de LSD (a esto llegaba el nivel de sobreactuación). Y está claro que teniendo a un elemento así en escena no hay manera de salvar una representación…



El talento de Santiago Meléndez es innegable, de los textos de Bernad-Marie Koltés tengo buenas referencias, he comprobado anteriormente que Cristina Yañez dirige tan bien como actúa,… pero el lastre de semejante actuación individual destroza el trabajo de toda una compañía.

5 comentarios:

Fernando dijo...

Muy buena y demoledora crítica. El argumento de la obra es seductor, es una pena que haya pasado lo que nos cuentas. Gracias por avisar, nos alejaremos de ese actor de cuyo nombre no quieres acordarte.

Elros dijo...

Sí Fer, cuanto más lejos mejor!... porque a mí ya se me aparece hasta en pesadillas! ;-)

Ya en serio, realmente el talento de Koltés es innegable, reflexiona como sólo pocos pueden hacerlo sobre las profundidades humanas, las pasiones, las miserias... para que luego llegue cualquiera y patee el texto al escenificarlo.

Personalmente me frustró bastante el ir a ver a uno de los actores que más sigo (como habéis podido comprobar a lo largo de este último año) y encontrármelo con semejante acompañamiento... pero bueno, c'est la vie!!

Un abrazo!

Anónimo dijo...

os visito por primera vez,con vuestro permiso.Tu crítica me ha parecido brutal.He visto interpretaciones mucho peores en papeles infinitamente más fáciles-La obra me parece una maravilla y el espectáculo de una gran exigencia.Hacer un espectáculo así,aquí y ahora,es un riesgo que merece elogios.El mio,al menos,lo tiene.Un abrazo

Elros dijo...

Bienvenido Avalon! No necesitas ningún permiso para asomarte por aquí siempre que quieras, todo comentario es enriquecedor!

Me parece brutal que califiques mi crítica como "brutal"... porque sinceramente considero que fui muy bueno y benevolente con el trato que le di respecto al que le podía haber dado...

Estoy absolutamente de acuerdo contigo en el mérito que tiene realizar una obra de este tipo por estos lares teniendo en cuenta la resistencia de la mayoría del publico a semejantes montajes; pero más razón para cuidar más todavía la elección de sus integrantes...

No comparto contigo esa forma de valoración actoral comparándola con actuaciones anteriormente vistas... De esa forma, tras haber visto sobre las tablas a Alterio, Flotats, El Brujo, Pou, Orella, etc... yo no apreciaría ya ninguna buena interpretación, pues estoy seguro que mucho de lo que ya he visto es prácticamente insuperable... Por eso creo que una valoración objetiva debe hacerse desde la perspectiva única de lo que analizas, no rememorando lo ya visto.

Por supuesto que la obra es de gran exigencia, ahí la diferencia en la capacidad como actor de Meléndez y su compañero: mientras el primero asume las circunstancias de su papel y se adentra en esa exigente personalidad, el segundo asocia la ansiedad e inseguridad de su personaje con un histerismo que le lleva a una sobreactuación suprema.

Pero oye, que lo importante de una obra teatral son las sensaciones que deja en cada espectador, no que todos estemos de acuerdo en su valoración... Supongo que entre tu sensación de "maravilla", y la mía de pesadilla, alguien tendrá algún punto medio...

Y no me enrollo más... que no quiero aburrirte... Gracias por tu aportación y espero verte más por aquí!

Un abrazo!

Anónimo dijo...

TIENES EL TEXTO DE KOLTES CAMPOS DE ALGODON, SABES REALMENTE ME GUSTARIA LEERLO, SI LO TIENS SEN WORD O PDF. SERIA GENIAL SI ME PUEIDESES AYUDAR EN ESTA BUSQUEDA