5 de abril de 2007

Tres hermanas

Hace ya unos días pudimos asistir en nuestra ciudad al resultado teatral de la primera colaboración entre la Fundación Teatro Gayarre de Pamplona y el Centro Dramático de Aragón, la representación era uno de los textos más reconocidos del escritor ruso Anton Chéjov: Tres hermanas.


Un año después de la muerte de su padre las tres hermanas Prosórov tan sólo aspiran a ser felices en su vida. Ya casi tocando el sueño de salir de su ciudad de provincias para retornar a su amado Moscú, las circunstancias vitales de cada una de ellas, y de las personas que las rodean, no seguirán el camino marcado por la ilusión y las ganas de progreso de Olga , Irina y Masha. La cruda realidad realizará su labor desesperanzadora a lo largo de los años destruyendo sus anhelos, y creando en ellas el mayor de tormentos.


Por primera vez en bastante tiempo la fidelidad textual y de época se hizo presente en el Principal con esta representación. Unas grandes actuaciones en conjunto daban vida con fidelidad a los grandes retratos psicológicos que Chéjov creó, unas tablas desnudas de escenografía se iban llenando con mobiliario de época que descendía de las alturas según las necesidades de cada uno de los cuatro actos, y una ambientación luminosa y musical creaban un ambiente escénico a la altura del texto desmenuzado. No se podía pedir más.

Ni las más de tres horas de función pudieron con el escaso público que habitábamos las butacas (¡qué miedo dan este tipo de obras al respetable zaragozano!). Empatizando con el sufrimiento de las Prosórov el tiempo que transcurría no existía, la alegría y el optimismo habían escapado en el entreacto, y el espectador sufría pero sufría entusiasmado; pocas veces el dolor había provocado tanta satisfacción en el patio de butacas de la antigua Casa de las Farsas....


Como no podía ser menos en uno de sus mejores exponentes (prácticamente uno de sus padres), el naturalismo más sublime se apoderaba de cada segundo de la obra; porque en Chéjov no hay caricaturas, ni fantasías, ni siquiera exageraciones, en Chéjov encontramos fragmentos de vida, fragmentos de tu vida o de la mía narrados en la Rusia de finales del XIX. Porque la alegría, la tristeza, el desconsuelo, la esperanza, el amor, la felicidad,... con sus risas y lágrimas no son propios de antes o de ahora, son sencillamente de siempre.

Tradicionalmente se ha querido siempre separar el realismo y el simbolismo en las artes, sin embargo Anton Chéjov es uno de los mejores ejemplos de su fabulosa combinación literaria. Con un certero poder descriptivo de su época y un sutil uso del símbolo es capaz de crear obras inolvidables. Tuve la oportunidad (y la obligación) hace un par de años de trabajar una de ellas: Mi vida, y el título que le puse al trabajo creo que es representativo de lo que os cuento: "Relato realista de un simbólico hombre de provincias".

Muchos ya le habéis leído, al resto os lo recomiendo fervientemente.

5 comentarios:

Ireth dijo...

Hombre, nuestro amigo Chéjov. Yo también hice en su momento un trabajo, pero en mi caso de hermetismo y simbolismo en "La gaviota" jeje. Lo que pasa es que leí otras obras como "Tres hermanas" o "El jardín de los cerezos" y aún recuerdo cosillas. Como dices, su obra es recomendable (para mí lo es más la teatral que los cuentos, por ejemplo).

Supongo que por lo que cuentas de su calidad, en el Heraldo volvieron a confundirse porque no la calificaron muy bien... vaya temporada llevan!

Elros dijo...

Pues sí, aunque Chéjov es conocido principalmente por sus cuentos, ciertamente es en su faceta teatral donde marcó un antes y un después en el periodo de entresiglos del XIX y XX. Es más, está considerado como uno de los renovadores del teatro moderno.

Lo de Heraldo yo ya creo que es para llamar la atención... pero que no se esfuerce, por más polémico que intente ser el crítico, quien es mediocre, es mediocre. Por cierto, será que son la competencia... pero Juan Bolea en El Periódico puso la obra incluso mejor que yo!

Anónimo dijo...

Hola, tengo que reconocer que mi cultura en lo que a teatro se refiere no es muy amplia, pero sí que vi hace poco una versión en cine de las tres hermanas. Estaba protagonizada, entre otros, por Maria Bello (alias "me monto un 69 con Aragorn") y el eterno mito homoérotico a raíz de su interpretación de Robin: Chris "pezones" O'Donnell.

Por supuesto, no tengo ni idea del grado de fidelidad de la película, aunque desde luego el aire teatral sí que lo mantenía. Nada espectacular en cualquier caso.

Hasta luego

AITOR

Elros dijo...

Pues no conocía la versión que comentas... pero me asusta un poco leyendo el reparto! ;-) Tan sólo he visto la adaptación cinematográfica que dirigió Laurence Olivier hace la tira de años... y esta sí que es muy recomendable.

Qué cosas!... y yo que pensaba que Chris O'Donnell ya solamente era camarero en algún bar de Los Angeles!! :-P

Anónimo dijo...

Dios del amor hermoso... Pezado de crítica que te has marcado, campeón. Aunque debo decir que es impublicable por la extensión, menos mal que para eso están los blogs.
No sé si me acaba de convencer esto de un sitio personal con contenidos interesantes en lugar de chorradas, pero te voy a dar una oportunidad.

¡Esmuac!